Quiero ser como tú

Abr 28, 2016
Miguel Malo
Miguel Malo. Periodista.

Normalmente tenemos tendencia a idealizar y añorar lo que en un pasado tuvo éxito o marcó a una generación y solemos rechazar las “copias” o versiones actuales. Este hecho se acentúa aún más si hablamos de un pasado que recuerde a nuestra infancia, porque son años que obviamente no puedes retomar y crees que lo que te gustó en esa etapa de tu vida es imposible que te guste ahora. Pues bien, así de desanimado iba yo cuando entré en la sala de cine dispuesto a ver el ‘remake’ de “El libro de la selva” creado por Disney casi cincuenta años después de la obra original, a su vez basada en una serie de libros del premio Nobel de literatura Rudyard Kipling.

Para empezar, la película es una delicia visual desde el principio hasta el final (créditos incluidos). Parece que en el cine de hoy en día es muy difícil impresionar al espectador en el apartado gráfico, pero ocurre lo contrario. Tanto la recreación en 3D de los animales y sus movimientos como los distintos escenarios selváticos por los que se desenvuelve la trama están realizados con mucho mimo y cuidado del detalle. Pero el mérito del filme no recae solo en el aspecto visual, sino en cómo está narrada la historia de una forma que pueda gustar a todos los públicos, ya que es una película para niños pensada en gustar también a los mayores. Además, conserva la esencia del argumento original pero sin ser repetitiva, contando lo mismo pero de una manera incluso mejor; y todo esto con una duración de poco más de hora y media. A la película no le sobra ni una sola escena y no aburre en ningún momento.

Incluir las canciones que todos conocemos ha sido un detalle que se agradece

Pero el “detallazo” lo ha tenido el director, o quien haya tomado la decisión, al haber incluido las canciones típicas de la obra original. Viendo el largometraje, puede parecer una película demasiado seria y demasiado realista como para que encajen bien aquellas canciones que servían para atrapar a los más pequeños, puesto que al mismo tiempo también frenan el ritmo de los acontecimientos; pero el filme demuestra justo lo contrario, las melodías están perfectamente integradas en el argumento.

Aunque no todo iban a ser halagos. Está claro que la película no es perfecta, a pesar de que tenga muchísimas cosas positivas. Probablemente el mayor pero que se puede poner es la interpretación de Neel Sethi, el niño que reencarna a Mowgli. Sobra decir que es el único actor y por tanto recae muchísima responsabilidad en él. Creo que lo hace muy bien para su edad y el gran protagonismo que conlleva aparecer en todas las escenas, pero bajo mi punto de vista, es uno de los aspectos en los que se podía mejorar. Hay que añadir que una de las cosas que se pierde por culpa de la tecnología es que la intención de querer ser muy realista en los acabados resta expresividad a los animales, cosa que sí tenían en la versión original, por el hecho de estar “humanizados”. Sin aventurar hechos, creo que la escena de la pelea final también es otra de las cosas mejorables.

De todas formas y a modo de conclusión, recomiendo totalmente ver esta delicia de historia y espectáculo visual y lo considero obligatorio si en su día uno vio la película original una y otra vez como es mi caso. Disney lo ha vuelto a hacer. Que la disfruten.