Roque
Roque Adrada

En los últimos días, compartirá el lector conmigo, que no paramos de escuchar y leer, que el hecho de que haya barrios y distritos con personas de diferentes religiones y culturas sin integrar entre los europeos es por nuestra responsabilidad, porque “lo hemos hecho mal”.

Siendo cierto que tenemos que corregir y aprender de errores cometidos, porque en lo a ayudar se refiere nunca en suficiente,  hay que poner en valor que Europa y específicamente los países que formamos la Unión Europea, no podemos fracasar en la integración, no podemos fracasar porque los pilares, los fundamentos, y la razón de ser de nuestras instituciones más básicas descansan en abrazar el hecho diferencial para crear un conjunto de reglamentos y directivas que nos permiten avanzar hacia un fin común. Somos cada uno de nosotros, como europeos, los que sin ninguna duda podemos dar ejemplo al mundo de cómo crear un proyecto de integración y de solidaridad.

Europa, además, se asienta sobre los valores humanistas, sin humanismo no podemos explicar ni el pasado, ni el presente, ni el futuro de nuestro proyecto, y es justamente este valor, junto con el de libertad y la democracia, los que hacen que en otras culturas, o si prefieren, ramas de algunas religiones, determinados individuos no se integren en una sociedad basada en la unidad y  el respeto al diferente.  En Europa, no puede tener presencia el relativismo cultural y aún menos el relativismo jurídico porque lo que nos hace estar unidos es tener unos derechos básicos comunes a cualquier individuo por encima de creencias y culturas.

Humanismo, Democracia y Libertad, son los argumentos más sólidos que explican la falta de integración de una minoría de personas que no comparten que la unión entre diferentes y el respecto al individuo es la razón de ser, no solo de nuestra cultura, sino también de nuestro estado de bienestar. ¡Viva Europa!